Estudios






Música a capela: precedente, propósito, y participación

Introducción: Para hacer progresar este pequeño estudio, es aconsejable definir bien cuáles son los objetivos del mismo.  Primero, lo que no es: (1) no es un ataque contra los que utilizan el instrumento en la adoración; (2) no es una “interpretación” de la mente de Dios (en este caso, el silencio de las Sagradas Escrituras novotestamentarias respecto al uso o no de los instrumentos en la adoración de la iglesia).  Por un lado, el silencio de las escrituras no da permiso de incluir cualquier cosa que no es explícitamente condenada; y por otro lado, tampoco excluye toda adición, pues algunas “ayudas” son buenas, siempre y cuando éstas no cambien el propósito de lo explícitamente autorizado.  Entonces, lo que se quiere hacer no es ni acusar ni defender a nadie, sino examinar la cuestión de instrumentos musicales en el servicio de adoración. Y mientras hacemos esto, sería aconsejable darnos cuenta de dos actitudes contradictorias que frecuentemente se expresan (más por aplicación que por declaración explícita) por los que pretenden seguir las enseñanzas de la Biblia: (1) “Nosotros somos la verdadera iglesia de la Biblia, por tanto lo que hacemos tiene que ser lo que agrada a Dios;” (2) “Nosotros somos la verdadera iglesia de la Biblia porque practicamos lo que se autoriza en las Escrituras, y esto agrada a Dios.”

1. Precedentes: En el área de establecer precedentes (ejemplos bíblicos), los que promueven el uso del instrumento van directamente al Antiguo Testamento, donde dicho uso era muy obvio en ciertos ritos celebrados en el templo.  Es innegable que varios instrumentos se usaban en las doxologías (alabanzas levantadas ante Dios; vea Sal. 150), y en las ceremonias dedicatorias (vea la dedicación del templo, 2Cr. 29:20-36).  También es muy cierto que algunos de los salmos se diseñaban para ser acompañados por el arpa, la lira, o la flauta.  Además el sentido original de la palabra psallo tuvo que ver con “tocar las cuerdas” de un instrumento musical.  Entonces, habiendo entendido esto, ¿por qué se elige no usar el instrumento de música en algunas iglesias?   Veamos:

a.   Durante los tiempos antiguotestamentarios, el instrumento se usaba sólo bajo condiciones muy especiales.  Los instrumentos de sonido fuerte (la trompeta, por ej.) se empleaban sólo en ocasiones en las que la música estaba dedicada a la alabanza.  Aún en aquellos salmos acompañados por instrumentos suaves (arpa, lira) la música era de fondo y no figuraba como parte principal del salmo.  Cuando el salmo tenía por propósito hacer pensar y reflexionar (salmo litúrgico) al oidor, frecuentemente se incluían pausas dramáticas sin instrumentación para que se contemplara lo que se había oído.  Luego, la instrumentación comenzaba otra vez y crecía en volumen, simbolizando un sacrificio levantado al trono de Dios; estas pausas seguidas por la fuerte instrumentación eran llamadas “Selah” (vea salmos 32 y 89).

b.   Los idiomas son dinámicos y vivos, cambiándose a través de los siglos y conforme a los usos empleados.  La palabra psallo es un ejemplo clásico de este fenómeno, pues comenzó como una actividad de “tocar cuerda de un instrumento” en acompañamiento al canto, y terminó en los tiempos novotestamentarios como un “cantar acompañado por la melodía que se hace en el corazón”.  Otro ejemplo explícito, contemporáneo, y relacionado al mismo tema, es la evolución de la palabra “lira”, pues ésta comenzó exclusivamente como designación de un instrumento musical, pero últimamente la forma adjetiva (lírica) se refiere a las palabras de cierta poesía.

c.    La palabra griega psallo (equivalente a la palabra hebrea usada para identificar a los salmos del Antiguo Testamento) había pasado por el proceso de cambio mencionado arriba, de modo que el psallo de Ef 5:19 no sugería en lo más mínimo el uso de un instrumento musical para acompañar al cantar celebrado en la congregación de los cristianos.  Es decir, debido a la connotación contemporánea de psallo, nadie del primer siglo que leyó la exhortación de Pablo, la interpretó en términos de “cantar con instrumento.”  Al contrario, todos la entendieron en términos explícitos de “cantar” nada más.  Ni siquiera los traductores de la Biblia (y muchos de éstos son de iglesias que utilizan el instrumento musical en su culto dominical) sugieren que el concepto de “instrumentación” pueda ser parte de la traducción de psallo en Ef 5:19.

d.   Aunque es muy cierto que los instrumentos musicales fueron usados en el Templo (dirigido por los saduceos) durante la vida de Cristo, las sinagogas judías (dirigidas por los fariseos) nunca los empleaban, pues las sinagogas eran centros de estudio, instrucción, y meditación.  Cuando oyeron la lectura de la ley o la exhortación por medio de los salmos e himnos pronunciados por el cantor, guardaban silencio en reverencia ante la presencia de Jehová.  Es interesante notar el hecho de que la palabra ekklesía (iglesia) es la equivalencia griega a la palabra hebrea “sinagoga.”

e.   Desde el primer siglo hasta el Siglo VIII (algunas autoridades dicen hasta el X), la iglesia cristiana no usó el instrumento en la adoración.  Los “Padres Eclesiásticos” estaban muy en contra de su uso, y la Iglesia Ortodoxa no lo usa hasta el día de hoy.  Tan pronunciada fue la ausencia de cualquier instrumentación en el movimiento cristiano, que el término a cappella (“de uso en la capilla”) asumió la interpretación “sin instrumentos de música”. Hasta los líderes de La Reforma Protestante (Lutero, Zuinglio, Calvino y otros) estaban en contra del uso de los instrumentos musicales en el culto, y cuando se separaron de la Iglesia Romana, casi inmediatamente suprimieron el uso de las imágenes, la misa y el órgano.

f.     Aunque no existe ningún pronunciamiento específico en contra del uso del instrumento, el Apóstol Pablo hace una observación que podría interpretarse como una “evaluación negativa” respecto a los instrumentos; es decir, él presenta una comparación entre “las cosas inanimadas (‘sin vida’) que producen sonidos, como la flauta o la cítara” y el culto rendido por los que están llenos de la fuerza animadora del Espíritu: “¿Qué, pues? Oraré con el espíritu, pero oraré también con el entendimiento, cantaré con el espíritu, pero cantaré también con el entendimiento” (1Co 14:7-15). También hay una lista impresionante de líderes eclesiásticos, desde el tiempo de los “Padres de la Iglesia” del segundo siglo, hasta el Siglo XXI, que están en contra del uso del instrumento musical en el culto.  Se presentarán más tarde los pensamientos al respecto de algunos de estos destacados líderes.

2. Propósitos: De gran importancia, tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo, son las “expresiones visibles y audibles” del culto ofrecido al Señor.  Y una de las características más notables de estas expresiones es la exactitud con la cual éstas tienen que ser ofrecidas ante el trono de Dios.  Y esto no es porque Dios apoya el legalismo; al contrario, es porque la expresión audible y visible del adorador es una manifestación de cuáles sean los motivos de su corazón.  La Biblia indica que la adoración celebrada bajo el Nuevo Pacto es “más del corazón,” pero siempre “en espíritu y en verdad” (Jn. 4:24).  El libro de Hebreos presenta varias comparaciones entre las formas de adoración que eran la “sombra” de la verdadera que había de venir.  Por eso, sabemos que ésta es una buena manera de entender cuáles son las diferencias de las formas, y cuáles son los propósitos encontrados en los cambios realizados.  Por tanto, se presenta a continuación una comparación entre las formas del Antiguo y las del Nuevo Pacto.  Después de observar las diferentes prácticas, se debe preguntar lo siguiente:  “¿En cuáles quiso Dios que se modificara la forma para que la presentación (de corazón en Espíritu y verdad) fuese realzada?”
    
a.           Altar: Holocaustos de animales / crucifixión de Jesús (He 9:15-28).

b.           Templo: Edificio consagrado con sacrificios / la iglesia (Ro 12:1; 1Co 3:16).

c.           Incienso: Ofrenda ante el Lugar Santísimo / oraciones cristianas (Ap 5:8).

d.           Pan de la presencia: Comida sacerdotal / comunión con Cristo (1Co 10:16).

e.           Candelabro: El fuego de Dios entre su pueblo / las iglesias (Ap 1:20).

f.            La Fuente: Purificación ceremonial / el bautismo (Hch 22:16; 1P. 3:21).

g.           Doxología: Instrumentos, danza / “fruto de labios” o sea el cantar (He 13:15; 1Co 14:15; Ef 5:19; Col 3:16).

3.  Participación: Al examinar la evidencia histórica, textual, y contextual (propósito), es difícil hacer caber al instrumento musical dentro de la adoración autorizada en el Nuevo Testamento.  Ni por sugerencia, ni ejemplo (mucho menos por mandamiento) aparece la idea de acompañar a la voz humana con instrumentación—ni siquiera para hacer el culto más bello o más atractivo a los feligreses e invitados.  Al contrario, el énfasis está puesto directamente en los propósitos llevados a cabo en el nuevo templo de Dios: enseñar e instruir los unos a los otros con salmos, himnos, y cánticos espirituales, mientras cada creyente levanta una doxología en su corazón, alabando al Creador del universo y dador de toda bendición.  Para la iglesia primitiva, el uso del instrumento hubiera sido tan extraño como el ofrecimiento de un sacrificio de animales en sus reuniones.  En tiempos antiguotestamentarios, los sacrificios (con toda la música ruidosa que los acompañaba) eran ofrecidos fuera del santuario (Lugar Santo); dentro del santuario, todo se realizaba con reflexión, solemnidad, y mucho propósito. Ahora, los que vivimos en Cristo somos su santuario, su sacerdocio, y su sacrificio vivo.  La iglesia congregada en un lugar con un solo propósito, corresponde a la congregación de la sinagoga (en verdad, ekklesía y sinagogué se deben interpretar como sinónimos).  Nuestra conducta diaria es una de “sacrificio vivo”, y nuestras reuniones se llevan a cabo con el fin explícito de exhortar los unos a los otros (1Co. 12-14).  Es un servicio en el cual todos pueden participar.  De interés al cristiano son las palabras griegas que describen su posición, trabajo, y relación con lo sagrado: jierón quiere decir “templo” (donde se ofrece el sacrificio”); jieréus quiere decir “sacerdote” (el que ofrece el sacrificio); jierós quiere decir “lo sagrado” (lo que se ofrece al Señor).  Todos estos conceptos vienen de la misma raíz, y describen al discípulo de Cristo, cuya identidad, función, y relación nacen de lo interior de él mismo.

Según el Nuevo Testamento, la reunión dominical se realiza con los siguientes propósitos: (1) reflexión en la gracia del Señor; (2) edificación en Su Espíritu; (3) comunión con Su cuerpo; (4) instrucción en Su Palabra; (5) alabanza a Su gloria.  Todo esto tiene que realizarse con la participación (siempre de manera ordenada) de todos los fieles.  Es decir, todos contribuirán y recibirán, edificarán y serán edificados, mientras están en ekklesía.   Y, en lo básico de este proceso, no se encuentra lugar alguno para el uso del instrumento musical. 

Opiniones de Líderes Eclesiásticos Respecto a la Instrumentación


Nota Bene: La iglesia del primer siglo, los “Padres Eclesiásticos” del segundo siglo, los reformadores y los restauradores eran todos de una misma opinión: para ellos, el uso del instrumento musical en el culto era una práctica judía y pagana, la cual no tenía lugar alguno en la adoración cristiana.  La instrumentación en el judaísmo era nada más una sombra de los bienes venideros (He 10:1); en el paganismo, era la petición de algunos sentimientos lascivos, en vez de la expresión de un corazón dedicado al Señor.

Justino Mártir (100-165): “Sólo cantar no agrada a estos ‘niños’ [judíos], mas están muy contentos cuando bailan y cantan con instrumentos musicales que carecen de cualquier espíritu [vida].  Por tanto, el uso de esta clase de instrumento no se emplea en las canciones de las iglesias, para que se quede sólo el cantar.”

Clemente de Alejandría (150-215): “Deja la zampoña para el uso del pastor de ovejas, y la flauta para aquellos hombres que sólo temen a los dioses falsos y se dedican a la adoración de los ídolos.  Tales instrumentos musicales tienen que ser excluidos de nuestras reuniones, porque tienen más en común con las bestias y con los que son incapaces de razonar, que con los hombres razonables.”


Crisóstomo (347-407): “En tiempos antiguos, David cantó, y hoy día nosotros cantamos también.  Él tuvo un arpa con cuerdas inanimadas; la iglesia tiene un arpa con cuerdas vivas.  Nuestras lenguas son las cuerdas del arpa que en realidad tiene un tono bastante diferente, pero uno que está más de acuerdo con la piedad.”
El Papa Gregorio el Grande (590-604): Aunque era el autor del famosísimo Canto Gregoriano, este Papa insistió en que éste se presentara a capella.

La Iglesia Romana y La Iglesia Griega Ortodoxa: Una de las contiendas entre la Iglesia Occidental y la Oriental (se dividieron definitivamente en 1054) fue el uso del instrumento en el servicio de alabanza.  La Iglesia Ortodoxa lo rechazó y no lo usa hasta el día de hoy en Grecia.

Tomás de Aquino (1225-1274): “Nuestra iglesia no utiliza los instrumentos mecánicos de música, tales como las arpas y los salterios, para adorar a Dios, para evitar cualquier tendencia de judaizarse.” 

Martín Lutero (1483-1546): “El órgano en el culto de adoración es la insignia de Baal. . . La Iglesia Católica Romana lo tomó prestado de los judíos.”

Juan Calvino (1509-1564): “Los instrumentos musicales, usados en la celebración de alabanzas a Dios, están tan fuera de lugar como están también el quemar el incienso, el encender lámparas, o cualquier otro restablecimiento de las sombras de la ley.”

Juan Wesley (1703-1791): “No tengo objeción alguna en contra de los instrumentos musicales en nuestras capillas, siempre y cuando éstos no sean ni vistos ni oídos.”

Alejandro Campbell (1788-1866): “Yo supongo que, a todos los cristianos espirituales, el uso de instrumentos musicales les tendría el mismo impacto que el uso de un cencerro en un concierto.”

J.W. McGarvey (1881): “El uso del instrumento musical en el culto ha sido acompañado por toda clase de división, distanciamiento, contienda y varios otros males correspondientes, en centenares de nuestras congregaciones. . . Yo considero que el uso del órgano en el culto es una violación de los principios más básicos en nuestra plegaria a favor de la restauración de la iglesia primitiva y la unidad entre los creyentes.”


¿Cuáles Son Nuestras Responsabilidades?

Si en realidad estamos buscando restaurarnos a la doctrina y práctica de la iglesia primitiva—basándonos sobre el principio de “Escrito Está”—debemos de cantar como aquellos cantaban, sin instrumentación.  Éste es un punto básico en seguir los patrones bíblicos que nos son provistos en los mandamientos y ejemplos apostólicos encontrados en el Nuevo Testamento.

Bajo ninguna circunstancia debemos de asumir la posición de “juez” de los que utilizan el instrumento en su adoración.  Dios es el juez, y él juzgará en justicia en todo caso.  Sólo debemos exhortar a todos para que nos unamos en lo que sabemos que es agradable a Dios—el cantar salmos, himnos y cánticos espirituales.  De esta manera, andamos seguros, y evitaremos la división, porque nadie está en contra del cantar a capella. 





Música a capela: precedente, propósito, y participación

Introducción: Para hacer progresar este pequeño estudio, es aconsejable definir bien cuáles son los objetivos del mismo.  Primero, lo que no es: (1) no es un ataque contra los que utilizan el instrumento en la adoración; (2) no es una “interpretación” de la mente de Dios (en este caso, el silencio de las Sagradas Escrituras novotestamentarias respecto al uso o no de los instrumentos en la adoración de la iglesia).  Por un lado, el silencio de las escrituras no da permiso de incluir cualquier cosa que no es explícitamente condenada; y por otro lado, tampoco excluye toda adición, pues algunas “ayudas” son buenas, siempre y cuando éstas no cambien el propósito de lo explícitamente autorizado.  Entonces, lo que se quiere hacer no es ni acusar ni defender a nadie, sino examinar la cuestión de instrumentos musicales en el servicio de adoración. Y mientras hacemos esto, sería aconsejable darnos cuenta de dos actitudes contradictorias que frecuentemente se expresan (más por aplicación que por declaración explícita) por los que pretenden seguir las enseñanzas de la Biblia: (1) “Nosotros somos la verdadera iglesia de la Biblia, por tanto lo que hacemos tiene que ser lo que agrada a Dios;” (2) “Nosotros somos la verdadera iglesia de la Biblia porque practicamos lo que se autoriza en las Escrituras, y esto agrada a Dios.”

1. Precedentes: En el área de establecer precedentes (ejemplos bíblicos), los que promueven el uso del instrumento van directamente al Antiguo Testamento, donde dicho uso era muy obvio en ciertos ritos celebrados en el templo.  Es innegable que varios instrumentos se usaban en las doxologías (alabanzas levantadas ante Dios; vea Sal. 150), y en las ceremonias dedicatorias (vea la dedicación del templo, 2Cr. 29:20-36).  También es muy cierto que algunos de los salmos se diseñaban para ser acompañados por el arpa, la lira, o la flauta.  Además el sentido original de la palabra psallo tuvo que ver con “tocar las cuerdas” de un instrumento musical.  Entonces, habiendo entendido esto, ¿por qué se elige no usar el instrumento de música en algunas iglesias?   Veamos:

a.   Durante los tiempos antiguotestamentarios, el instrumento se usaba sólo bajo condiciones muy especiales.  Los instrumentos de sonido fuerte (la trompeta, por ej.) se empleaban sólo en ocasiones en las que la música estaba dedicada a la alabanza.  Aún en aquellos salmos acompañados por instrumentos suaves (arpa, lira) la música era de fondo y no figuraba como parte principal del salmo.  Cuando el salmo tenía por propósito hacer pensar y reflexionar (salmo litúrgico) al oidor, frecuentemente se incluían pausas dramáticas sin instrumentación para que se contemplara lo que se había oído.  Luego, la instrumentación comenzaba otra vez y crecía en volumen, simbolizando un sacrificio levantado al trono de Dios; estas pausas seguidas por la fuerte instrumentación eran llamadas “Selah” (vea salmos 32 y 89).

b.   Los idiomas son dinámicos y vivos, cambiándose a través de los siglos y conforme a los usos empleados.  La palabra psallo es un ejemplo clásico de este fenómeno, pues comenzó como una actividad de “tocar cuerda de un instrumento” en acompañamiento al canto, y terminó en los tiempos novotestamentarios como un “cantar acompañado por la melodía que se hace en el corazón”.  Otro ejemplo explícito, contemporáneo, y relacionado al mismo tema, es la evolución de la palabra “lira”, pues ésta comenzó exclusivamente como designación de un instrumento musical, pero últimamente la forma adjetiva (lírica) se refiere a las palabras de cierta poesía.

c.    La palabra griega psallo (equivalente a la palabra hebrea usada para identificar a los salmos del Antiguo Testamento) había pasado por el proceso de cambio mencionado arriba, de modo que el psallo de Ef 5:19 no sugería en lo más mínimo el uso de un instrumento musical para acompañar al cantar celebrado en la congregación de los cristianos.  Es decir, debido a la connotación contemporánea de psallo, nadie del primer siglo que leyó la exhortación de Pablo, la interpretó en términos de “cantar con instrumento.”  Al contrario, todos la entendieron en términos explícitos de “cantar” nada más.  Ni siquiera los traductores de la Biblia (y muchos de éstos son de iglesias que utilizan el instrumento musical en su culto dominical) sugieren que el concepto de “instrumentación” pueda ser parte de la traducción de psallo en Ef 5:19.

d.   Aunque es muy cierto que los instrumentos musicales fueron usados en el Templo (dirigido por los saduceos) durante la vida de Cristo, las sinagogas judías (dirigidas por los fariseos) nunca los empleaban, pues las sinagogas eran centros de estudio, instrucción, y meditación.  Cuando oyeron la lectura de la ley o la exhortación por medio de los salmos e himnos pronunciados por el cantor, guardaban silencio en reverencia ante la presencia de Jehová.  Es interesante notar el hecho de que la palabra ekklesía (iglesia) es la equivalencia griega a la palabra hebrea “sinagoga.”

e.   Desde el primer siglo hasta el Siglo VIII (algunas autoridades dicen hasta el X), la iglesia cristiana no usó el instrumento en la adoración.  Los “Padres Eclesiásticos” estaban muy en contra de su uso, y la Iglesia Ortodoxa no lo usa hasta el día de hoy.  Tan pronunciada fue la ausencia de cualquier instrumentación en el movimiento cristiano, que el término a cappella (“de uso en la capilla”) asumió la interpretación “sin instrumentos de música”. Hasta los líderes de La Reforma Protestante (Lutero, Zuinglio, Calvino y otros) estaban en contra del uso de los instrumentos musicales en el culto, y cuando se separaron de la Iglesia Romana, casi inmediatamente suprimieron el uso de las imágenes, la misa y el órgano.

f.     Aunque no existe ningún pronunciamiento específico en contra del uso del instrumento, el Apóstol Pablo hace una observación que podría interpretarse como una “evaluación negativa” respecto a los instrumentos; es decir, él presenta una comparación entre “las cosas inanimadas (‘sin vida’) que producen sonidos, como la flauta o la cítara” y el culto rendido por los que están llenos de la fuerza animadora del Espíritu: “¿Qué, pues? Oraré con el espíritu, pero oraré también con el entendimiento, cantaré con el espíritu, pero cantaré también con el entendimiento” (1Co 14:7-15). También hay una lista impresionante de líderes eclesiásticos, desde el tiempo de los “Padres de la Iglesia” del segundo siglo, hasta el Siglo XXI, que están en contra del uso del instrumento musical en el culto.  Se presentarán más tarde los pensamientos al respecto de algunos de estos destacados líderes.

2. Propósitos: De gran importancia, tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo, son las “expresiones visibles y audibles” del culto ofrecido al Señor.  Y una de las características más notables de estas expresiones es la exactitud con la cual éstas tienen que ser ofrecidas ante el trono de Dios.  Y esto no es porque Dios apoya el legalismo; al contrario, es porque la expresión audible y visible del adorador es una manifestación de cuáles sean los motivos de su corazón.  La Biblia indica que la adoración celebrada bajo el Nuevo Pacto es “más del corazón,” pero siempre “en espíritu y en verdad” (Jn. 4:24).  El libro de Hebreos presenta varias comparaciones entre las formas de adoración que eran la “sombra” de la verdadera que había de venir.  Por eso, sabemos que ésta es una buena manera de entender cuáles son las diferencias de las formas, y cuáles son los propósitos encontrados en los cambios realizados.  Por tanto, se presenta a continuación una comparación entre las formas del Antiguo y las del Nuevo Pacto.  Después de observar las diferentes prácticas, se debe preguntar lo siguiente:  “¿En cuáles quiso Dios que se modificara la forma para que la presentación (de corazón en Espíritu y verdad) fuese realzada?”
    
a.           Altar: Holocaustos de animales / crucifixión de Jesús (He 9:15-28).

b.           Templo: Edificio consagrado con sacrificios / la iglesia (Ro 12:1; 1Co 3:16).

c.           Incienso: Ofrenda ante el Lugar Santísimo / oraciones cristianas (Ap 5:8).

d.           Pan de la presencia: Comida sacerdotal / comunión con Cristo (1Co 10:16).

e.           Candelabro: El fuego de Dios entre su pueblo / las iglesias (Ap 1:20).

f.            La Fuente: Purificación ceremonial / el bautismo (Hch 22:16; 1P. 3:21).

g.           Doxología: Instrumentos, danza / “fruto de labios” o sea el cantar (He 13:15; 1Co 14:15; Ef 5:19; Col 3:16).

3.  Participación: Al examinar la evidencia histórica, textual, y contextual (propósito), es difícil hacer caber al instrumento musical dentro de la adoración autorizada en el Nuevo Testamento.  Ni por sugerencia, ni ejemplo (mucho menos por mandamiento) aparece la idea de acompañar a la voz humana con instrumentación—ni siquiera para hacer el culto más bello o más atractivo a los feligreses e invitados.  Al contrario, el énfasis está puesto directamente en los propósitos llevados a cabo en el nuevo templo de Dios: enseñar e instruir los unos a los otros con salmos, himnos, y cánticos espirituales, mientras cada creyente levanta una doxología en su corazón, alabando al Creador del universo y dador de toda bendición.  Para la iglesia primitiva, el uso del instrumento hubiera sido tan extraño como el ofrecimiento de un sacrificio de animales en sus reuniones.  En tiempos antiguotestamentarios, los sacrificios (con toda la música ruidosa que los acompañaba) eran ofrecidos fuera del santuario (Lugar Santo); dentro del santuario, todo se realizaba con reflexión, solemnidad, y mucho propósito. Ahora, los que vivimos en Cristo somos su santuario, su sacerdocio, y su sacrificio vivo.  La iglesia congregada en un lugar con un solo propósito, corresponde a la congregación de la sinagoga (en verdad, ekklesía y sinagogué se deben interpretar como sinónimos).  Nuestra conducta diaria es una de “sacrificio vivo”, y nuestras reuniones se llevan a cabo con el fin explícito de exhortar los unos a los otros (1Co. 12-14).  Es un servicio en el cual todos pueden participar.  De interés al cristiano son las palabras griegas que describen su posición, trabajo, y relación con lo sagrado: jierón quiere decir “templo” (donde se ofrece el sacrificio”); jieréus quiere decir “sacerdote” (el que ofrece el sacrificio); jierós quiere decir “lo sagrado” (lo que se ofrece al Señor).  Todos estos conceptos vienen de la misma raíz, y describen al discípulo de Cristo, cuya identidad, función, y relación nacen de lo interior de él mismo.

Según el Nuevo Testamento, la reunión dominical se realiza con los siguientes propósitos: (1) reflexión en la gracia del Señor; (2) edificación en Su Espíritu; (3) comunión con Su cuerpo; (4) instrucción en Su Palabra; (5) alabanza a Su gloria.  Todo esto tiene que realizarse con la participación (siempre de manera ordenada) de todos los fieles.  Es decir, todos contribuirán y recibirán, edificarán y serán edificados, mientras están en ekklesía.   Y, en lo básico de este proceso, no se encuentra lugar alguno para el uso del instrumento musical. 

Opiniones de Líderes Eclesiásticos Respecto a la Instrumentación


Nota Bene: La iglesia del primer siglo, los “Padres Eclesiásticos” del segundo siglo, los reformadores y los restauradores eran todos de una misma opinión: para ellos, el uso del instrumento musical en el culto era una práctica judía y pagana, la cual no tenía lugar alguno en la adoración cristiana.  La instrumentación en el judaísmo era nada más una sombra de los bienes venideros (He 10:1); en el paganismo, era la petición de algunos sentimientos lascivos, en vez de la expresión de un corazón dedicado al Señor.

Justino Mártir (100-165): “Sólo cantar no agrada a estos ‘niños’ [judíos], mas están muy contentos cuando bailan y cantan con instrumentos musicales que carecen de cualquier espíritu [vida].  Por tanto, el uso de esta clase de instrumento no se emplea en las canciones de las iglesias, para que se quede sólo el cantar.”

Clemente de Alejandría (150-215): “Deja la zampoña para el uso del pastor de ovejas, y la flauta para aquellos hombres que sólo temen a los dioses falsos y se dedican a la adoración de los ídolos.  Tales instrumentos musicales tienen que ser excluidos de nuestras reuniones, porque tienen más en común con las bestias y con los que son incapaces de razonar, que con los hombres razonables.”


Crisóstomo (347-407): “En tiempos antiguos, David cantó, y hoy día nosotros cantamos también.  Él tuvo un arpa con cuerdas inanimadas; la iglesia tiene un arpa con cuerdas vivas.  Nuestras lenguas son las cuerdas del arpa que en realidad tiene un tono bastante diferente, pero uno que está más de acuerdo con la piedad.”
El Papa Gregorio el Grande (590-604): Aunque era el autor del famosísimo Canto Gregoriano, este Papa insistió en que éste se presentara a capella.

La Iglesia Romana y La Iglesia Griega Ortodoxa: Una de las contiendas entre la Iglesia Occidental y la Oriental (se dividieron definitivamente en 1054) fue el uso del instrumento en el servicio de alabanza.  La Iglesia Ortodoxa lo rechazó y no lo usa hasta el día de hoy en Grecia.

Tomás de Aquino (1225-1274): “Nuestra iglesia no utiliza los instrumentos mecánicos de música, tales como las arpas y los salterios, para adorar a Dios, para evitar cualquier tendencia de judaizarse.” 

Martín Lutero (1483-1546): “El órgano en el culto de adoración es la insignia de Baal. . . La Iglesia Católica Romana lo tomó prestado de los judíos.”

Juan Calvino (1509-1564): “Los instrumentos musicales, usados en la celebración de alabanzas a Dios, están tan fuera de lugar como están también el quemar el incienso, el encender lámparas, o cualquier otro restablecimiento de las sombras de la ley.”

Juan Wesley (1703-1791): “No tengo objeción alguna en contra de los instrumentos musicales en nuestras capillas, siempre y cuando éstos no sean ni vistos ni oídos.”

Alejandro Campbell (1788-1866): “Yo supongo que, a todos los cristianos espirituales, el uso de instrumentos musicales les tendría el mismo impacto que el uso de un cencerro en un concierto.”

J.W. McGarvey (1881): “El uso del instrumento musical en el culto ha sido acompañado por toda clase de división, distanciamiento, contienda y varios otros males correspondientes, en centenares de nuestras congregaciones. . . Yo considero que el uso del órgano en el culto es una violación de los principios más básicos en nuestra plegaria a favor de la restauración de la iglesia primitiva y la unidad entre los creyentes.”


¿Cuáles Son Nuestras Responsabilidades?

Si en realidad estamos buscando restaurarnos a la doctrina y práctica de la iglesia primitiva—basándonos sobre el principio de “Escrito Está”—debemos de cantar como aquellos cantaban, sin instrumentación.  Éste es un punto básico en seguir los patrones bíblicos que nos son provistos en los mandamientos y ejemplos apostólicos encontrados en el Nuevo Testamento.

Bajo ninguna circunstancia debemos de asumir la posición de “juez” de los que utilizan el instrumento en su adoración.  Dios es el juez, y él juzgará en justicia en todo caso.  Sólo debemos exhortar a todos para que nos unamos en lo que sabemos que es agradable a Dios—el cantar salmos, himnos y cánticos espirituales.  De esta manera, andamos seguros, y evitaremos la división, porque nadie está en contra del cantar a capella.